18.7.08

Una conferencia de prensa por el amor de Dios...

Durante los cuatro años que ejerció la Presidencia de la Argentina, Nestor Kirchner se caracterizó por no brindar conferencias de prensa, y si en algún momento lo hizo, la opción de habilitar a preguntas de los periodistas presentes jamás fue permitida.

Esta situación generó críticas de parte de distintos sectores de la sociedad, no porque quisieran defender a los medios como fin en sí mismo; los ciudadanos más interesados en el bien de su país saben que si la prensa hace bien su trabajo es un factor fundamental para controlar la gestión de gobierno.

Las diferencias con el mundo corporativo son notorias: el interés público en noticias de empresas decrece, quienes se interesan en adquirir productos de una compañía recibirán asesoramiento directo de ellas o bien deberían tener opciones para optar por alguna alternativa que informe mejor, y así podríamos citar decenas de diferencias más. Sin embargo, si una compañía pretende ser trasparante en su comunicación, trasmitir una imagen de seriedad y confiabilidad en sus productos y servicios, no puede ignorar las mejores prácticas en términos de apertura a los medios.

Algunas empresas que pretenden posicionar sus productos en un target "fashion" para llegar supuestamente a la "high society" -o a quienes quieren integrarla-, se acostumbraron a realizar convocatorias luego de las 19 horas, en lugares muy bonitos y combinar clientes, canales, socios, modelos, actores, tenistas, conductores mediáticos, futbolistas y algunas raqueteras y botineras. Ah, y periodistas.

No puedo decir que esté mal este tipo de eventos, si hasta suelo ir si la agenda me lo permite. Lo que sí me atrevo a juzgar como negativo es que esa sea la única forma de conocer los productos o la novedad que está presentando la empresa. La necesidad del periodista es contar con información, una gacetilla puede ser un disparador inicial, pero siempre quedan temas pendientes, de forma evidente o solapada, que cada periodista tiene derecho a preguntar. Y si la única chance es un evento así, sin que haya un espacio destinado a la prensa, la labor de comunicar bien quedará truncada. Nunca podremos quitarnos todas las dudas sobre las prestaciones de lo que presentan, variedad de modelos ni sus políticas de precios, por ejemplo.

Que quede claro: nadie pide una erogación adicional para armar otra actividad. En general en esos mismos lugares se puede hacer un aparte de no más de 30 minutos, incluso sin que el vocero tenga que destinarle tiempo a la trabajosa tarea de armar una presentación.

Como dije, uno puede ir al evento muy distendido, pero otros colegas van enviados por sus editores a buscar datos concretos, y hasta pueden cobrar o no según lo que consigan. Es una buena práctica en relaciones públicas facilitarle el acceso a la información a ese periodista, y evitarle tener que buscar un vocero durante 20 o 30 minutos esquivando famosos que esperan que los saluden, desconocidos que corren desaforados detrás de un trago gratuito o jóvenes desbordantes de testosterona.

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